Paseaba frente al mar que ambos sentían como suyo y al que le habían rendido homenaje. Fue un instante de intimidad consigo misma, saludando al pasado, sintiendo el presente y pensando en los planes futuros. La imagen cosquilleó su objetivo 75-300 y le sacudió como una descarga eléctrica: la soledad de dos travesaños lado a lado, como leños a la deriva… pero juntos, el uno al lado del otro. Mientras disparaba la foto se concedió el lujo de hablarse a sí misma: mi deseo para tu cumpleaños es que sea para ti tan hermoso que llegue a convertirse en el de tu nostalgia, que disfrutes del latido del corazón hinchado -y valiente- en ese instante intemporal y eterno que no tiene nombre, que es difícil de identificar y que de niña apuntabas en tus cuadernitos: “cuando empiezan a arder las orejas”. Foto y texto 16-XI-2013. Y va dedicada a quien se atreve a vivir sin miedo. Y eso, me incluye
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