Ser yo cuando tú seas tú

Ser yo cuando tú seas tú

No necesitaba una frase de Paul Celan en el suelo que dijera “Soc jo quan tu ets tu” (Soy yo cuando tú eres tú) para pensar en él, que precisamente convierte esa frase en uno de esos tatuajes que jamás luciría. Suspiró sintiéndose extrañamente afortunada y siguió observando las hordas de turistas japonesas mientras valoraba sí entraba en un mc donalds y pedía una Happy Milf. Aunque nadie entendería su expresión al salir oliendo a fritanga con una cajita de cartón, una hamburguesa, un petit suisse y un juguete dentro.

Mejor no tener siete vidas

Mejor no tener siete vidas

Era un romántico: se había enamorado una única vez y no había estado con otro felino que no fuese ella.

Le habían advertido: «esta acabará contigo».

Pero a él nunca le importó que roncase y que ella lo justificara con un «no ronco, ronroneo muy fuerte», ni que su legendaria aerofagia les hubiese costado más de una amistad en el vecindario: «amorcito, mejor perder un amigo que una tripa»; tampoco que fuese merengue o que maullase mal de su madre. Ni que no fuese una pantera bengalí fuera del periodo de celo.

– «Así es mi gatita y la querré siempre, mientras viva. Antes me mato que dejarla» – se decía con frecuencia. No podía imaginar que haber elegido aquella pareja y ser un gato de palabra y con principios le costaría la vida.

Lo supo de inmediato al encontrar sobre la mesilla dos entradas para el concierto de Alejandro Sanz con una nota: «cari, son dos entradas backstage que he ganado en un concurso en la Radio!!! Me relamo los bigotes!!!».

Pensó en cuantas veces ella habría canturreado mentalmente alguna infame canción de aquel tipejo mientras estaban juntos y notó cómo se desvanecían todas sus futuras erecciones.

– «Antes me mato que dejarla» – sintió cómo resonaba en su cabeza.

Subió a la azotea con dignidad y saltó, sabedor que lo de las 7 vidas de un gato era una leyenda urbana, y maldiciendo al ser consciente que el último pensamiento de su vida antes de partirse el espinazo contra el muro era que su muerte le dejaría «el corazón partío» a su gatita.

Tramps like us

Tramps like us

Alguien le dijo hace poco «yo no te digo a la cara que eres fea, para eso tienes espejos en los que mirarte cada día».

Y quien lo hizo no sabía hasta qué punto estaba removiendo basura. No respondió. Sonrió con cara de póker y dejó que esa frase le recorriese como una riada arrasando lo que encontraba a su paso, principalmente autoestima y feminidad a partes iguales.

Durante unos días pensó en los pocos hombres que habían formado parte de su vida, en qué demonios había atraído su atención de aquel patito que nunca se hizo cisne.

Anheló sentirse deseada, el ego femenino tiene esas cosas, siempre deseando ser por un momento la protagonista de una foto de Ruth Orkin.

La chica de las rebajas no pudo evitar sonreír al saberse capturada por un objetivo 300 y las pupilas de dos desconocidos que dejaron de hablar de fútbol para seguir sus pasos derramando testosterona.

La Orkin, desde su tumba en NY, parecía susurrarme : tramps like us, baby we were born to run…

 

 

 

El tornillo

El tornillo

Durante 11 años (y al menos dos veces al día) esperaba el autobús para ir al trabajo frente a este tornillo incrustado en el asfalto. Lo descubrí por azar y se convirtió en una rutina plantarme frente a él (en cualquier estación del año y condición atmosférica) y fantasear unos minutos con posibles historias que me hablasen de cómo había ido a parar allí (tornillo y yo). A veces eran historias que acaban en una sonrisa, otras en lágrimas imposibles.

Microrrelatos variables que duraban el tiempo de espera. Era una referencia secreta y sin sentido, pero que de una forma u otra me mantenía mentalmente despierta (o en otra dimensión) antes de incorporarme a un mundo sepia. Acabo de volver a colocarme frente a él y una nostalgia absurda e inanimada me ha hecho sacar el móvil y disparar, como quien fotografía a un viejo conocido al que hace tiempo que no ve.

Siempre he sospechado que me falta un tornillo, pero me sobran historias sobre este en particular

error: Alerta: Contenido protegido. Si necesita algún texto o fotografía contacte con www.emiliagalindo.com