Pedir deseos

Pedir deseos

Los viernes son días para soñar, para saltar, para arriesgarse y pedir un deseo. Tal vez sea modesto, desdibujado, de los que celebran que la pereza punk es sólo momentánea y que se puede acometer el enésimo viaje parisino; con la suavidad y determinación del vuelo de un búho que va a encontrar una piel cómplice en la que quedarse sin fecha de salida. El viernes se puede y se debe perpetrar la locura de bailar en la cola del supermercado por la llegada de buenas noticias. También es momento de recordar la certeza que pronto volverás a ver ese atardecer mediterráneo del lugar al que perteneces y que no es Lombardia. Los viernes, la sonrisa del explorador de tesoros Bizantinos se ensancha con esa certeza que va más allá del tiempo y el espacio cuando te has enamorado. Un viernes Toni Yu irá sacudiendo sus caderas por Pigneto un atardecer romano bajo la mirada de sus generosos padres a los que añoro. También se respira la energía que da la ilusión de triunfar sobre un escenario de barrio donde un día una israelí veinteañera desembarcó en la ciudad cargada de sueños y hoy exponer era un reto. Es la emoción vertiginosa de quien va a firmar en una inmobiliaria el inicio de algo más que un alquiler… Saltos sobre lo cotidiano. El primer paso hacia un mañana lleno de nuevos desafíos en los que, por un instante, buscar el tuyo propio aunque sientas que se ha desgastado. Sopla fuerte… Y pide el tuyo.

Super héroes cotidianos

Super héroes cotidianos

Están a nuestro alrededor, por todas partes, bajo las apariencias más diversas.

A la salida de la oficina de desempleo tras sellar su última prestación antes de pasar al limbo de la nada. Cargando en la mochila los apuntes de una carrera universitaria que les conducirá hacia el exilio. En la artritis de la anciana sosteniendo su libreta de ahorros y cuya pensión alarga el mes de su familia como una goma elástica. Es el saltito nervioso de la niña que va al colegio y que esta noche no ha mojado el colchón.

En la mano que sostiene otra. En la que dispara una foto y siente que se le hincha el corazón. En la que teclea un mensaje que arranca una sonrisa. En quien se acaricia una cicatriz cerrada que creía que no supuraría jamás. Es la adolescente que se enfrenta a la crueldad de los demás por ser diferente. El heroísmo del paseo hasta el estanco del agorafóbico. El temblor del que ha decidido que hoy no bebe y hace la fotosíntesis en la soledad de un banco de su barrio marginal. Es la vecina del quinto y su mirada de joven viuda con dos hijos saliendo a la calle porque es lo que toca.

Me pregunto si somos conscientes de que nos cruzamos en cada momento con ellos: invisibles, historias que nunca escribiré, anónimos que esperan cruzar una calle hacia un destino que ignoro y que me recuerda que el mundo está lleno de superhéroes cotidianos…

Otros mundos

Otros mundos

A tus pies, desapercibidos para muchos, hay fragmentos de paisajes urbanos. Me fascinan los que se reflejan en los charcos de agua de las aceras. Es como si la ciudad se dividiese en dos mundos paralelos. Uno a la vista de cualquiera. Otro escondido en sueños.

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