Sant Jordi 2015

Sant Jordi 2015

Qué inadvertida pasa la ceguera de los pasos incapaces de descubrir pequeñas obras de arte urbano, modestas poesías gráficas que van del trazo al color, piramidales y efímeras. A nadie le ponen a vender cupones en un kiosco si no es capaz de ver las historias que se esconden a ras de suelo una mañana de barrio, camufladas como restos de basura, cromos infantiles o fragmentos de cartas de amor que intentaron huir de la bolsa en su destino al container del papel y acabaron esparcidas. Deberían alertar de esa pandemia de invidentes en las noticias, igual que lo nocivo que es el Chopped de pavo o los libros de Coelho. La gente tiene prisa por buscar, al dictado de las normas establecidas por el calendario, la belleza, el amor, el atrezzo de la biblioteca hecho marketing y envuelto para regalo… Justo en eso pensaba la camarera de la prótesis de corazón al fugarse aquella mañana del Hospital para ir al trabajo. Tenía la esperanza de ver a su princesa azul apoyando el casco de la moto al sentarse en su mesa habitual, sonriéndole como sólo hacen las hechiceras que tienen constelaciones dibujadas en la piel, lunar a lunar. Pero su amnesia de Prometeo le hace volver cada día, ignorando que nunca volveria a verla pidiendo con sonrisa picarona su plato de carne cruda sin rúcula porque se quedó en una cuneta el mismo día que ella perdió su corazón

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