por Emilia | Oct 19, 2017 | barcelona, blanco y negro, micro relatos
Hoy ha empezado la temporada de paraguas en esta ciudad. El Otoño me ha pillado con los ojos enrojecidos y echándote de menos. Qué no daría yo por ponerme muy moñis debajo del paraguas en lugar de observar con envidia como son otros, siempre otros, quienes pueden hacerlo. Encogerme de frío y encontrar refugio en tu contacto. Que me abraces como sólo tú sabes cuando el dolor se hace astillas en mi mirada. Que nos cobije el mismo cielo y lo contemplemos transformarse por las tardes con ese aire de melancolía que tiene el mediterráneo en octubre.
Entornar los párpados y olvidar mis cicatrices porque son tus pasos a mi lado los que hacen crujir las hojas. Reírnos al recordar las botas de agua de nuestra infancia al salir de la escuela. Que seas mi zahorí de charquitos donde hacer fotos y besarte. O viceversa. Volverme cálida, decir que sí. Decirte que sí. Pasear junto al puerto y oírte decir que los piolines se irán y que te gusta cómo la ciudad se refleja en el mar. Que el salitre cura todas las heridas.
Ir a una de esas cafeterías con ventanas sin necesitar usar el teléfono ni decirte que vi llover y no estabas Tú. Que no me de miedo mi sombra cuando camino. Decirte que al fin huele a castañas y oírte hablar con orgullo de mis 296 días sin fumar.
Que seas mi lazarillo acompañándome a casa, que es siempre ese lugar donde estés Tú. Echar una siesta ronroneando a tu lado mientras respiras muy muy cerca de mi cara. Oler el perfume de tu ropa revuelta con la mía sobre la cama, sentir el tacto de tu piel después de haber fracasado en mi intento de desnudarte sin prisa.
Que me riñas cuando me descubras forzando la vista y sea tu voz quien me convierta en una niña a la que le leen un cuento. Dormirme abrazada a ti. Despertar y que ningún colirio del mundo me impida emocionarme viendo cómo la Luz decadente y romántica de estos días inunda mi habitación llenando de matices tu silueta.
Olvidarme del sonido del viento besándome los cristales de casa mientras te escribo. Sentir que la vida se estrena cada vez que apareces.
por Emilia | Oct 9, 2017 | barcelona, blanco y negro, micro relatos, sombras
Cosas que me gustan:
Hablar contigo.
Estar a tu lado.
Reírnos.
Nuestros buenos días: que tu voz sea lo primero que escuche en mis mañanas y desperezarme modulando sonidos para que te lleguen frescos y limpios. O turbios y calientes de deseo. Da igual pero siempre. Estando donde estés: a cientos de kilómetros o a una caricia de distancia.
Me gusta hablarte de mis cosas, mis berrinches, mis quijotadas, mis cicatrices. Escucharte. Saber qué sientes, qué necesitas, qué te preocupa. No dejar de aprender a tu lado. Cuando me llamas melona. Cómo me dices que me quieres. Esa forma tuya de ayudarme sin ser consciente que estás haciéndolo. Escuchar en tu voz el nombre que mis padres escogieron para mí, porque es pronunciado en tus labios que al fin descubro todos los matices que poseo.
¿Qué más cosas me gustan? Me gusta cuando pones esa cara. Esa y esa otra. Y aquella otra. Me gusta cuando me haces recordar o, simplemente, olvidar. Me gusta cuando hacemos locuras que sólo tú y yo entendemos.
Me gusta que me vengas a encontrar por sorpresa, tus saltitos al verme, tu acento norteño hablándome flojito, tus ojos del color de la raíz de mis sueños.
Me gusta pasar horas hablando contigo. Sonreírle a tu nombre cuando me llamas por teléfono. Que suene el interfono de casa y me respondas que eres Tú. Sí, eres Tú.
Me gusta estar a tu lado incluso en la distancia.
Me gusta el contacto físico contigo. Me gusta que, aunque los posesivos no sean nuestro fuerte, tú y yo seamos.
Me gusta cuando sin proponértelo haces de un momento cualquiera algo inolvidable.
Me gusta recordar todos esos momentos a tu lado. Me gusta cuando te relajas porque sabes que estoy ahí, de tu parte. Me chifla cuando te digo que estoy fea y haces que, ni con mi aspecto más brujil y desgreñado, deje de sentirme que soy para ti un milagro de infinitos matices.
Me encanta esa sonrisa tuya, patrimonio inmaterial de la humanidad: mi geografía de besos y caricias, mi Patria.
Me gusta cuando me abrazas. Saber que estás ahí. Me gusta quererte.
No concibo la idea de tener un proyecto de vida del que no formes parte.
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