Quizá me guste tanto el fútbol porque tengo un vínculo muy emocional con él: mi armazón de mujer adulta está impregnado de emociones futbolísticas que se remontan a las primeras pasiones de mi infancia.

El fútbol es la banda sonora del transistor los fines de semana, las quinielas de mi padre hechas en familia. Los campos de fútbol de la Bauma y La Satàlia. Mi colección de camisetas empezando por la roja de mi hermano del equipo del Milà i Fontanals. Años después fui yo quien la vistió durante mi fugaz -y mediocre- etapa como jugadora.

Antes había jugado partidos en el patio del colegio, a veces pateando balones hechos con los envoltorios de aluminio de los bocatas que nos hacían nuestras madres. Y las finalísimas con mi primo en la terraza del ático de mis tíos, ahí aprendí la importancia de la colocación del pie al chutar para evitar que la pelota cayera a la calle.

El fútbol son las carpetas de mi hermano forradas con fotos de futbolistas: Quini, Maradona, Schuster… aquellos eran sus ídolos y el mío era mi hermano. Nos dormíamos dando las buenas noches al póster gigante del Barça de Venables y tenía pasión compartida (y mantenida) con mi hermana por Gary Lineker. El fútbol era mi tete y sus 94 años de Barcelonismo: él que vio a Kubala y murió feliz disfrutando de @leoMessi . Fútbol es también mi padre despertando en una UCI y preguntando qué ha hecho el Granada en la última jornada.

Sí. También lo obvio: las finales de Champions. Las ligas. Los goles. Los partidos cuando un gol te une en un abrazo con desconocidos que repentinamente son hermanos en la Fe. Esa fe compartida en Twitter con amigos (virtuales y no) a los que quiero y de los que aprendo mucho.

El futbol es el Barça de Johan Cruyff de mi adolescencia y el de Guardiola de mi juventud. Ambos representan todo lo que alguien como yo puede desear en el fútbol: la recuperación de la infancia, la lealtad, el juego estético, el triunfo sin trampas. Como ese clásico que se juega en el patio del colegio donde el fútbol es tan puro que no hace falta ni árbitro ni VAR.

(Foto II de la Serie en Blanco y Negro: «Nens a Sant Felip Neri» 2016-2021)

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