De pequeña fui una niña muy fantasiosa. En mi imaginario más íntimo creaba auténticas sagas, leyendas y crónicas de un mundo que al crecer ha ido desdibujándose. Por ejemplo creía que las Fiestas de la Mercè (con sus sardanas, correfocs, gegants y castells) eran parte de un ritual mágico muy antiguo. Y que, gracias a las vibraciones provocadas por sus danzas y ritmos atávicos, algo se movía en la tierra y así se cumplía el ciclo que acababa con el verano. Sin todo aquello (fabulaba mi yo infantil) el asfixiante verano no se iría nunca… y no habría “la castañada” ni la caída de hojas, ni los panallets, ni las narices rojas por el frío y sobretodo: no vendría ni mi cumpleaños ni Navidad.

Si pudiera viajar en el tiempo y hablarle a mi yo de principios de los 80s del cambio climático… le contaría que, 40 años después, el otoño ya no es época de castañas. Probablemente mi yo pequeño lo interpretaría como una derrota: el verano nos ha ganado la batalla. Y, sabiamente, con su lógica fantasiosa habría entendido que si el calor se apoderaba del ciclo de las estaciones… llegaría un día en que (como venganza) el verano habría conseguido que la Mercè no se celebrara.

Tampoco habría lágrimas de Santa Eulalia el año del COVID. Pero eso no se lo diría a mi yo infantil. De niña me fascinaba que Santa Eulalia (la primera patrona de Barcelona) llorase cada año el día de la Mercè. Contaban que lo hacia porque los barceloneses habían nombrado una segunda patrona. Por eso la lluvia todos los 24 de septiembre no era por culpa del Otoño: eran lágrimas de pena de Santa Eulalia… que de paso le deslucía el día a su rival. Yo imaginaba a la santa con una sonrisa de medio lado y diciendo “uy! ¿llueve, Merche? Pues te jodes, esquirola”.

Aún así, las dos santas patronas suelen llegar a un pacto para que por la noche pueda hacerse el espectáculo de fuegos artificiales en la Font Màgica de Montjuic. Justo en el lugar donde está tomada esta foto. A mi yo de hace 40 años le gustará saber que seguimos viendo el espectáculo pirotécnico desde nuestra pequeña atalaya del Poble Sec.

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