Lo encontré practicando el atávico juego de ser estatua de ojos grandes. Estremeciéndome al reconocer mi soledad en la de otro, espejo polimórfico, donde reflejar el corazón caleidoscópico: certeza que es real y que es mito. Frente a unas olas que embisten, observando el horizonte y soñando con él. Hay una mujer sola que te mira sin ser vista, cámara en mano. Y que desea que nunca nadie agreda tu soledad, tu tristeza, tus renuncias, tus nostalgias, tus esfuerzos, tu desesperanza, tu lucha, tus posibles alegrías, tus sueños.
Mirando al mar
por Emilia | Ene 27, 2014 | barcelona, blanco y negro, homeless, micro relatos, soledades robadas | 0 Comentarios

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